El bebe poco a poco fue creciendo, mas rápido de lo normal, por el simple echo de ser demonia. Se pasaba el día con Sasha y Ryan quienes le aprendían a cazar y a utilizar sus poderes.
Solía pasar todo su tiempo con ellos, con Shara o con Lucifer. Todos estaban bastante extrañados de que la niña no quisiera jamas ir con su padre. Cuando le preguntaban porque, contestaba friamente que ella no le sentia como su padre.
Su infancia estuvo repleta de sangre, la niña adoraba asesinar, solo paraba cuando ella lo deseaba. No le gustaba que nadie le diera ordenes y cuando pretendían dárselas, su mirada se tornaba fría, casi adulta.
A medida que fue creciendo y aprendiendo se volvía mas fría y oscura, una demonia dura.
Cuando alcanzo los aparentes 6 años, Lucifer decidió que era el momento de que el la entrenase duramente. Cada tarde se reunían en el castillo de este y dedicaban el tiempo a entrenar, le enseño los secretos de cada uno de sus poderes. Los métodos para usar las armas, también como maldecirlas. Maldiciones a personas y hechizos. Cada vez se hacia mas fuerte, el sueño de Wendy era llegar a ser como sus hermanos, como Ryan y Sasha. Eran su referencia.
Deseaba ser aun mas fría de lo que ya era. Cuando Lucifer decidía que era el día de los humanos, ambos se dedicaban a torturar humanos y matarlos. Cada nueva tortura que descubría, cada punto de dolor mas le gustaba, cada gota de sangre que brotaba del ser.
Shara aveces la miraba y se preguntaba si su niña no tenia sonrisa. Ciertamente era raro verla sonreír. Solo sonreía con el dolor, con el dolor producido a otros, era sádica hasta dicho punto. Adoraba matar, como cualquier niño adora una piruleta.
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